lunes, 6 de enero de 2020

PARTE TRES DE "LA HISTORIA DE MARTÍN PEÑA"

LA HISTORIA DE MARTÍN PEÑA | PARTE TRES:

El que me haya tropezado al cruzar la puerta, y haber creído que caería estrepitosamente al suelo sin lograrlo, por supuesto, ya que quedé balanceándome de forma horizontal, me hizo pensar que podía volar y sin tener que tocar la superficie para nada.

Y no hubiera tenido ese pequeñísimo pensamiento porque enseguida, como si me tiraran unos hilos invisibles provenientes de un gran titiritero, y cual si fuera yo un simple títere, me elevó esa fuerza desconocida poniéndome primeramente de forma erguida y luego comencé a flotar yendo a muy buena velocidad hacia arriba y atravesé sin miramiento el techo del corredor de la casa hasta quedar como a unos diez o doce metros del nivel del suelo…

La impresión que me causaba el maravilloso acto de volar era enorme; mi alegría aún mayor y la desbordaba por doquier. Mi corazón empezó a latir fuerte a causa de la tremenda emoción; lo escuchaba retumbar acelerado en mi interior.

Suspendido en el aire empecé a girar de forma lenta sobre mi propio eje para así observar el bello paisaje que se mostraba desbordante a mi alrededor.

Podía ver los tejados tanto de mi casa como de las casas vecinas, las copas de los árboles, el valle, las colinas lejanas, además de la brillante luna… sin olvidar el resplandor de las luces nocturnas de un pequeño pueblo que se encontraba a cierta distancia de mi espacio visual.

Y vi allá abajo a mi perro muy inquieto, tal vez porque no sabía lo que estaba sucediendo. Él a mí no me podía ver, pero el inteligente cachorro presentía algo porque ladraba y corría en círculos todo desconcertado sin dejar de voltear hacia el punto del cielo donde me encontraba.

Luego concentré mi energía en el asunto ese de aprender a volar conscientemente. Así que comencé a ir para adelante varios metros, luego me fui para atrás volando de reversa. También me desplacé al lado derecho y después al izquierdo…

Yo decidía si iba rápido o lento, y lo medía según las circunstancias. Me eché varias marometas en el aire y cada vez imprimiendo más y más velocidad hasta que desaparecía de un lado para aparecer en otro de manera vertiginosa.

Sobrevolé varias veces alrededor de la casa así como el pequeño poblado…

Después de hacer múltiples despegues con sus respectivos aterrizajes y desplazamientos veloces, regrese al punto donde comenzó todo: junto al corredor de la casa y allí me posé con suavidad.

La extenuante faena pudo haberme tomado alrededor de quince minutos aproximadamente.

Sentía mucha fatiga por el supremo esfuerzo realizado. Hasta jadeaba un poco. Por eso decidí detenerme para descansar.

Una vez en el suelo aproveché para hacer un recuento de todo aquello tan hermoso que acababa de experimentar.

Me sentía muy alegre y contento porque, para empezar, había atravesado la puerta, lo cual era un gran logro y ahora sabía que podía volar ¡y no se trataba de un simple sueño!

¡Qué emoción tan grande sentía en todo mi ser! Oh, oh, parecía que mi corazón de un momento a otro iba a explotar. ¡Qué indescriptible sensación! Estaba lleno de júbilo porque podía atravesar las cosas sólidas sin que nada me detuviera.

Mientras cavilaba recapitulando lo vivido, sentí la presencia de alguien más en los alrededores, al mismo tiempo que una gruesa gota de sudor surcaba mi frente.

Con el dedo índice de la mano derecha me estaba retirando el sudor y buscando incisivamente con la mirada cuando me topé con algo ¡nunca antes visto!

Mis sentidos se pusieron alerta y sentí que se me erizaba la piel. Con la boca abierta y los ojos casi a punto de salírseme de su lugar pude distinguir una silueta de alguien que se encontraba de pie junto a un frondoso árbol a unos cuantos metros de distancia y el cual brillaba con mucha intensidad…

CONTINUARÁ...

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