viernes, 13 de noviembre de 2015

Hay un diablito en tu hombro


HAY UN DIABLITO EN TU HOMBRO

Pareciera una broma macabra, pero, así como en los cuentos o series de caricaturas, resulta que el humano trae en uno de sus hombros, hablándole al oído, un diablito con cuernos, vestido de rojo y con un tridente en la mano, y ese personaje es el que se la pasa todo el tiempo criticando tus actos y te tiraniza porque no haces las cosas a su gusto.

Me estoy refiriendo, enfáticamente, a esa terca voz que escuchas muchas veces y que sientes en todo tu cuerpo a modo de respuesta emocional al erizarse los vellos de tu piel toda vez que te juzgas, te acosas, te atacas y te insultas a ti mismo. ¿Lo sabías? Pero, espera, no eres tú el que profiere internamente esas malas palabras, es el diablito que traes trepado en tu hombro el que te hace todas esas travesuras.

Resulta que para ese ‘dictador interior’ (en realidad se trata de larvas energéticas negativas bautizadas por mi persona como “seres sutiles”), nada de lo que haces está bien, y siempre te pide que hagas más de la cuenta… Es quien te obliga para que te quedes una hora más en el trabajo; que hagas un mayor esfuerzo; que aquello que estás aprendiendo lo hagas una vez más aunque sientas desfallecer de cansancio, etc. En pocas palabras, nada de lo que haces le satisface y a cada rato vocifera y te reclama.

Ante los ojos de ese, o esos “personajes” ─si es que les podemos llamar de alguna manera─ nunca haces las cosas correctamente; te repite una y otra vez que no eres una buena persona, un buen amigo, buen hermano, buena esposa o buen marido, buen hijo, buen estudiante, buen empleado, etc. Y eso por supuesto que al paso del tiempo, cansa, ni modo que seas de palo o de fierro para poder aguantar tanta presión.

Para ese patrón negrero que llevas dentro (un aspecto negativo de la energía densa que te rodea y escuchas adentro de tu cabeza) y que te está hablando siempre al oído, nunca es suficiente, siempre te estará atacando, insultando y exigiéndote más sin parar todo el tiempo. ¿Y para cuándo crees que podrás detener esa insistente acción en tu contra?

Ni un momento antes de que estudies esa clase de energías, sepas de su real existencia, y decidas pararlos diciendo: ¡Basta! Ah, pero no tienes que enfrentar esas entidades con mucha rudeza, ya que eso los refuerza y los legitima, y por supuesto que el nivel de la riña subiría de tono de forma inmediata. Y tú no quieres que eso suceda, ¿o sí?

Recuerda que existe una ley universal que dice que a toda acción le corresponde una reacción, así que, si tú les gritas y los maltratas, ellos o ellas contraatacarán aún más fuerte y la pelea no se detendrá jamás. Sencillamente lo que debes hacer es escuchar, sí… pero tienes que aprender a lidiar a los personajes con sus molestas voces. Ahora bien, estoy seguro que en el momento que dejes de tomar en cuenta su parloteo, verás que se detendrán…

La recomendación que te hago es que te aceptes tal como eres. Porque, por más que se empeñen esas recalcitrantes voces internas (y algunas veces externas) en devaluarte y hacerte bullyng, tú siempre has sido y siempre serás una entidad divina y perfecta.

Sólo acéptate y quiérete tal como eres. Y aceptarse quiere decir: completamente, no nada más una parte. Son tus virtudes y tus defectos los que hacen de ti una persona única e irrepetible en el universo. De ahí que eres perfecto, y no se diga más.

Y, para que todas las cosas estén en un perfecto orden, resulta que, así como existe un pequeño diablillo tendiéndote trampas en uno de tus hombros, en el otro lado hay un angelito con alas, con vestiduras blancas, una aureola de luz adornando su cabeza, y en sus manos trae un arpa con la que entona música melodiosa para tus castos oídos.

Pues ese angelito o angelita es quien siempre te está echando porras; se trata ni más ni menos que de tu ángel guardián; es quien te empuja para que sigas adelante; ese angelito bueno es quien te levanta cuando caes o sientes desfallecer, etc.

Esa es la razón por la que a veces escuchas voces que te alientan y en otras ocasiones oyes gritos y reclamos diciéndote que eres un tarado, tonto e imbécil. ¿Ahora entiendes? En un hombro está tu ángel y en el otro un diablito que te hace la vida imposible.

Y bueno, como en este libro no voy a tratar el tema de los seres sutiles, vas a tener que buscar entre todas mis obras literarias uno donde sí haya tocado de forma profusa ese conocimiento, porque es muy difícil entregarte en pocas palabras la manera en que se deben transmutar las energías negativas cuando estas ya influyen en la salud física, mental o emocional de las personas. Te deseo la mayor de las suertes.
MARTÍN PEÑA


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