miércoles, 11 de noviembre de 2015

La sociedad como condicionante


LA SOCIEDAD COMO CONDICIONANTE

Cuando me puse a estudiar detenidamente el comportamiento del humano común, descubrí, no sin asombro, que en realidad está mucho más condicionado de lo que pudiésemos creer. Y es que para muchos, la presión que ejerce la sociedad en sus personas, sigue siendo un obstáculo muy difícil de salvar.

En verdad los seres humanos débiles (los simples seguidores) no son tan “libres” como debieran ser, porque no pueden decidir fácilmente qué camino es el que más les conviene en la vida; ya que, cuando se ven ante esa disyuntiva, le batallan mucho para elegir.

¿Y a qué crees que se deba esa incapacidad? A que toman mucho en cuenta lo que los demás opinen de su vida. ¡Ups! Increíble pero cierto. Mientras que, por otro lado, a los verdaderos líderes las opiniones de los demás no les quita el sueño; eso los tiene sin cuidado. ¡Qué gran diferencia!

Hablando del desarrollo personal, muchas de las personas ordinarias padecen un grave síndrome que los atemoriza justo al momento de tomar decisiones, y hasta adoptan un comportamiento un poco raro (aunque va muy de acuerdo con su personalidad introvertida) con el que evitan sobresalir a toda costa, no desean destacar ni brillar más de la cuenta, y todo por no dejar de pertenecer a un grupo determinado, pues con el sólo hecho de pensarlo, se llenan de pavor.

Algunos se boicotean en forma deliberada para no salirse del camino por el que transita la mayoría. De manera inconsciente hay quienes temen triunfar porque esa actitud llamaría mucho la atención y les da miedo que sus habilidades puedan ofender a los demás… y para mí, proceder de esa manera tan absurda, no es más que una perfecta tontería.

Abundando en el tema, ese es uno de los aspectos más oscuros de la condición humana; porque, por una parte, revela falta de autoestima y confianza en sí mismos; ya que ese tipo de sujetos cree que su valor como persona depende de lo mucho o lo poco que los demás lo califiquen o cataloguen…

Y, por otro lado, viene a constatar una verdad incómoda. ¿Cuál? La de que muchos siguen formando parte de una sociedad en la que se tiende a condenar el talento y el éxito de los demás. Hasta pareciera ser mal visto por la mayoría que a alguien le salieran bien las cosas.

Como que no pudieran las personas normales aspirar a alcanzar el éxito y la gloria porque los demás les retirarían la palabra y no les hablarían más. Qué tragedia para aquellos que tienen que quedar “bien” con la falsa sociedad que les rodea. Ay no, ay no. ¿Le podremos decir a eso evolución?

¡De ninguna manera! Eso es estancamiento puro, degeneración, involución, etc., y caería dentro de la ley de la entropía, la cual dice que todo se va corroyendo; como la acción del óxido que pudre y desgasta una resistente reja de hierro forjado en la playa por la humedad, la sal y el tiempo... y parece que los humanos condicionados por la sociedad van que vuelan para caer en un precipicio.

MARTÍN PEÑA


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