¿QUIÉN TIENE LA RAZÓN?
Resulta que esa idea, la de que “yo tengo la razón y los
demás están equivocados”, es uno de los medios de los que se vale una persona
para fortalecer su estatus para con los demás.
Ahora, considerar que se tiene la razón, y atribuir a
otros el error, no es mas que una disfunción mental que perpetúa la separación
y el conflicto entre humanos.
El problema es que durante siglos se pensó que estaba
bien torturar y quemar vivas a las personas cuyas opiniones se apartaban, aunque
fuera ligeramente, de la doctrina de la religión que predominaba o de las
interpretaciones miopes de las escrituras, porque según eso las víctimas estaban
en el error y por consiguiente tenían que perecer.
En la edad media quien creía poseer la supuesta verdad
adquiría privilegios sobre la vida de los demás. ¿Que cuál era esa verdad? Una
historia en la que había que creer. Es decir, un paquete de ideas caducas y
degeneradas usadas para beneficiar a unos cuantos y para perjudicar a
muchísimos más. Y surtió efecto por mucho tiempo… ¿lo has leído en los libros
de historia? Era la época de oscurantismo e ignorancia.
Y es que no se puede encontrar la verdad
absoluta donde no está: en las doctrinas, las ideologías, las normas o los
relatos. ¿Qué tienen todos ellos en común? Están hechos de paquetes de ideas y
pensamientos caducos y degenerados. En el mejor de los casos, una idea o un
pensamiento apenas puede señalar la verdad, pero nunca es la verdad total.
Si crees solamente que tu creencia religiosa es la
verdadera, la estarías usando a favor de tu ego personal. Utilizada de esa
manera, la religión se convierte en una ideología, crea un sentido ilusorio de
superioridad y siembra la división y la discordia entre la gente.
Cuando una verdadera enseñanza religiosa está al servicio
de la Verdad, representa una señal o se convierte en un mapa que muestra el
camino dejado por los seres iluminados para ayudar a despertar de forma
integral, es decir, para liberarse de la identificación con la forma física
humana y psicológica e integrarse con todos los demás.
Solamente hay una Verdad absoluta de la cual emanan todas
las demás verdades. Cuando halles esa Verdad, tus actos ocurrirán en armonía
con ella. Los actos humanos pueden reflejar la Verdad o la ilusión. ¿Puede la
Verdad ponerse en palabras? Sí, pero las palabras no son la Verdad. Sólo
apuntan a ella. El Ser que somos cada uno de nosotros es la mera Verdad.
Cuando entres en contacto directo con tu esencia
interior, todos tus actos y relaciones reflejarán la unicidad con toda la vida
porque intuirás la verdad desde el fondo de tu ser. Ese es el verdadero amor
incondicional. Las leyes, los mandamientos, las reglas y las normas son
necesarias para quienes están separados de su esencia, de la Verdad que mora en
cada uno de ellos.
Así que por favor confía en ti mismo, confía en tu
esencia interior, confía en tu hermoso corazón. Sigue tu destino a donde sea
que te lleve. Hay un momento en la vida en que comprendes que ha llegado el
tiempo de cambiar. Ya que si no lo haces, nada jamás podrá cambiar por sí solo.
MARTÍN
PEÑA
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