domingo, 1 de noviembre de 2015

¿Quién tiene la razón?


¿QUIÉN TIENE LA RAZÓN?

Resulta que esa idea, la de que “yo tengo la razón y los demás están equivocados”, es uno de los medios de los que se vale una persona para fortalecer su estatus para con los demás.

Ahora, considerar que se tiene la razón, y atribuir a otros el error, no es mas que una disfunción mental que perpetúa la separación y el conflicto entre humanos.

El problema es que durante siglos se pensó que estaba bien torturar y quemar vivas a las personas cuyas opiniones se apartaban, aunque fuera ligeramente, de la doctrina de la religión que predominaba o de las interpretaciones miopes de las escrituras, porque según eso las víctimas estaban en el error y por consiguiente tenían que perecer.

En la edad media quien creía poseer la supuesta verdad adquiría privilegios sobre la vida de los demás. ¿Que cuál era esa verdad? Una historia en la que había que creer. Es decir, un paquete de ideas caducas y degeneradas usadas para beneficiar a unos cuantos y para perjudicar a muchísimos más. Y surtió efecto por mucho tiempo… ¿lo has leído en los libros de historia? Era la época de oscurantismo e ignorancia.

Y es que no se puede encontrar la verdad absoluta donde no está: en las doctrinas, las ideologías, las normas o los relatos. ¿Qué tienen todos ellos en común? Están hechos de paquetes de ideas y pensamientos caducos y degenerados. En el mejor de los casos, una idea o un pensamiento apenas puede señalar la verdad, pero nunca es la verdad total.

Si crees solamente que tu creencia religiosa es la verdadera, la estarías usando a favor de tu ego personal. Utilizada de esa manera, la religión se convierte en una ideología, crea un sentido ilusorio de superioridad y siembra la división y la discordia entre la gente.

Cuando una verdadera enseñanza religiosa está al servicio de la Verdad, representa una señal o se convierte en un mapa que muestra el camino dejado por los seres iluminados para ayudar a despertar de forma integral, es decir, para liberarse de la identificación con la forma física humana y psicológica e integrarse con todos los demás.

Solamente hay una Verdad absoluta de la cual emanan todas las demás verdades. Cuando halles esa Verdad, tus actos ocurrirán en armonía con ella. Los actos humanos pueden reflejar la Verdad o la ilusión. ¿Puede la Verdad ponerse en palabras? Sí, pero las palabras no son la Verdad. Sólo apuntan a ella. El Ser que somos cada uno de nosotros es la mera Verdad.

Cuando entres en contacto directo con tu esencia interior, todos tus actos y relaciones reflejarán la unicidad con toda la vida porque intuirás la verdad desde el fondo de tu ser. Ese es el verdadero amor incondicional. Las leyes, los mandamientos, las reglas y las normas son necesarias para quienes están separados de su esencia, de la Verdad que mora en cada uno de ellos.

Así que por favor confía en ti mismo, confía en tu esencia interior, confía en tu hermoso corazón. Sigue tu destino a donde sea que te lleve. Hay un momento en la vida en que comprendes que ha llegado el tiempo de cambiar. Ya que si no lo haces, nada jamás podrá cambiar por sí solo.

MARTÍN PEÑA


No hay comentarios.:

Publicar un comentario